El asesinato del alcalde de Uruapan, Michoacán, Carlos Manzo, generó una oleada de reacciones políticas, sociales y religiosas en todo el país. Desde Guanajuato, el dirigente estatal del Partido Acción Nacional, Aldo Márquez Becerra, lamentó el crimen y llamó al Gabinete de Seguridad Nacional a actuar con determinación para esclarecer el caso, sin espacio para la tibieza ni la indiferencia.

Durante la conferencia de prensa de los lunes del PAN estatal, Márquez calificó el hecho como “el epicentro de un sismo que se siente en todo el país”, pues —dijo— golpea directamente a la credibilidad y al discurso del Gobierno Federal sobre el control de la violencia.

“No podemos permitir el lujo de la tibieza ante la violencia que está azotando a nuestro país. Fue un asesinato cobarde y vil, del alcalde de Uruapan, un estado vecino de Guanajuato. Esto deja una herida abierta que nos recuerda la urgencia de actuar como país”, expresó.

El dirigente subrayó que México necesita autoridades que enfrenten a la delincuencia con firmeza e inteligencia, y que el país no puede seguir normalizando los crímenes de servidores públicos. “Desde Guanajuato exigimos al Gobierno de la República actuar con seriedad, con fuerza y con la coordinación que el esclarecimiento de este crimen demanda”, agregó.

Márquez Becerra reconoció que en Guanajuato las autoridades locales han avanzado en la coordinación interinstitucional para mejorar la seguridad, pero advirtió que el esfuerzo estatal no puede sostenerse solo. “No podemos mirar hacia otro lado, como si nada pasara, ni seguir culpando al pasado; el presente exige decisiones y valentía”, apuntó. Finalmente, envió condolencias a la familia del alcalde asesinado y al pueblo de Uruapan.

Por su parte, el Partido Morena también lamentó el asesinato y expresó solidaridad con los familiares de Carlos Manzo. A través de un comunicado, el partido señaló: “Confiamos en la pronta investigación y en las instituciones de seguridad. La violencia nunca será el camino: seguiremos trabajando por la paz, la justicia y el fortalecimiento de los municipios en nuestro país”.

La reacción de la sociedad civil y de la Iglesia no se hizo esperar. La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y la Asociación Nacional de Padres de Familia (UNPF) emitieron pronunciamientos en los que demandan un alto a la violencia y a la impunidad que aquejan a diversas regiones del país.

El presidente de la CEM, Monseñor Ramón Castro y Castro, advirtió que “la presencia ordinaria de grupos armados que controlan la vida pública de los ciudadanos es el verdadero crimen a enfrentar”. Señaló que los retenes, el despojo de tierras y las amenazas constantes a productores y gobernantes “reflejan un grave debilitamiento del orden constitucional que los tres niveles de gobierno están obligados a garantizar”.

“Hoy no basta aprehender al asesino; hay que combatir con determinación la causa de todos estos crímenes”, expresó Monseñor Castro, quien hizo un llamado a detener la violencia fratricida y promover el respeto a la vida. Los obispos ofrecieron también un diálogo nacional por la paz como un espacio para reconstruir el tejido social del país.

En la misma línea, el presidente de la UNPF, Israel Sánchez Martínez, exhortó a las autoridades de los tres niveles de gobierno a garantizar justicia con transparencia y prontitud. “Debe evitarse cualquier forma de impunidad frente a los grupos delictivos que atentan contra la paz social. La vida y la integridad de las familias mexicanas deben ser protegidas, especialmente en espacios públicos y comunitarios”, declaró.

Mientras tanto, en Uruapan y Morelia, estudiantes de distintas universidades marcharon bajo la consigna “¡Carlos no murió, el Gobierno lo mató!”, sumándose a las protestas del fin de semana.

El asesinato del alcalde Carlos Manzo se ha convertido en un nuevo símbolo de la crisis de seguridad que atraviesa el país, provocando un consenso inusual entre partidos, sociedad civil e Iglesia: México no puede seguir normalizando la violencia. Desde Guanajuato, el llamado es claro: actuar con determinación, sin excusas ni indiferencia.